[#RelatosDelEmbarazo. Tercer relato basado en un disparador que me mandó @jusanjuan15.]
Siente culpa la madre embarazada que después de buscar durante tanto tiempo un bebé, le cuesta llevar adelante el embarazo. Como si el deseo tuviera que ser más fuerte que las molestias, las inseguridades y los miedos.
Siente culpa la madre que no puede ser madre, porque piensa que algo de su propio cuerpo anda mal por algo que ella podría haber evitado.
Siente culpa la madre que va a tener su segundo bebé, porque no quiere sacarle cariño a uno ni escatimarle amor al otro.
Siente culpa la madre que no quiere tener otro hijo, porque se siente cuestionada por los demás que la juzgan por no darle a su hija un hermano.
Siente culpa la madre embarazada que tiene que seguir trabajando 8 horas, sentada frente a una computadora, porque no puede darle a su hijo la relajación, el yoga, ni las horas de caminata que tanto recomiendan.
Siente culpa la madre embarazada que se enferma en el embarazo. Que tiene que tomar más pastillas de las que tomó en toda su vida. Que por momentos no le da el cuerpo para levantarse de la cama ni las energías para conectar con su bebé.
Siente culpa la madre que conecta tanto con su bebé que se aleja de su entorno. Que se encierra mientras «empolla» porque es la forma en que quiere disfrutar de su embarazo. Siente culpa por decir que «no» y por preferir mil veces más quedarse a solas sintiendo las pataditas adentro de su panza, como nunca más las va a volver a sentir.
Si pusiéramos en una lupa toda la culpa de una madre podríamos ver las millones de partículas en las que se divide y entender el por qué se escurre de nuestras manos cuando intentamos agarrarla, exprimirla, hacerla desaparecer.
Solo se evapora de a poco (y solo un poco) cuando hablamos con otras madres. A esa magia yo le llamo «tribu».