#RelatosDelEmbarazo. 2. Algunas mantitas más

[#RelatosDelEmbarazo. Segundo cuento basado en un disparador que me mandó @martibugallo.]

La veo a mamá un poco cansada, pero pienso que es por el frío. Ella siempre dice que acá hace más frío que allá, donde está la torre blanca gigante y está lleno de gente. «Oblisco» le digo yo, todos se ríen pero sé que ese es su nombre.

Cuando hace frío a mamá le gusta mantener sus manos calentitas con una manta o unos guantes si no estamos en casa. A mí me gusta cuidarla, porque ella siempre me cuidó a mí, ¡toda mi vida! En todos mis 3 años. Así que cuando veo que tiene frío, le pongo mis manos sobre las de ella hasta que pueda taparse.

Lo que me parece raro es que yo, estos días, no sentí frío pero mamá igual estuvo cansada y con la mantita en el sillón. Hablan bajito con mi papá de cosas que no llego a escuchar, así que me imaginé un plan: cuando estemos comiendo les voy a preguntar directamente qué es lo que está pasando acá.

Llega la noche y yo estoy seria. «¿Qué es esa trompita, Elina?» me pregunta mi papá. Pero yo no tengo tiempo para vuelteretas: «¿Qué está pasando acá?». Mamá escupe el agua que está tomando y Papá se me queda mirando. Me doy cuenta de que se quiere reírse, se hace el que no, pero yo lo sé. «Bueno, queríamos esperar un poco más para decirte… pero si querés saber… te podemos contar, ¿le podemos contar, no?» Mamá lo mira a Papá. Se hacen muecas. Yo me cruzo de brazos. Si mi pie llegara al piso, también lo agitarían para que sepan que sigo esperando mi respuesta. Hasta que los dos me miran y sonríen «Vas a tener un hermanito o una hermanita, no sabemos todavía… ¡vamos a tener un bebé!». «¿Un bebé? ¿Pero cómo se encargan?». «No se encargan… se buscan… Es chiquitito ahora pero está creciendo en la panza de mamá». Miro la panza de mamá muy atentamente. «¿ahí?» Me levanto de la mesa y voy a buscar mi muñeco que está descansando en su cuna. Lo llevo hasta la panza de mamá y lo apoyo… pero el muñeco es enorme, ¿cómo puede ser que entre ahí? «No entiendo». «Mañana viajamos a Capital para que mamá se haga un estudio… una ecografía… ¿querés venir con nosotros? Ahí lo vas a ver en una pantallita.» «¡¡¡¡Sí!!!!».

Llega el día siguiente. Papá y mamá tardan muchísimo, yo ya estoy lista con mi muñeco, mi mochila y mi vaso de agua sin agua porque ningún adulto tuvo tiempo de servirmela todavía. Mamá corre, papá corre… no sé para qué me dicen que no puedo correr adentro de la casa si ellos también lo hacen. «Se van a caer….» les digo, pero no me escuchan.

Viajamos en auto, pasamos cerca del «oblisco» y vamos a un lugar enorme donde estacionamos. Cuando llegamos a un pasillo largo lleno de sillas, nos sentamos. Sale una doctora con bata blanca y antejos y la llama a mi mamá. Ella y yo nos levantamos pero mi papá se queda sentado. ¿Puede ser que esté nervioso? No, no puede ser. Si él es superfortachudo. «Entren ustedes, las espero acá». Mi mamá lo mira. Ya entiendo: es como cuando mamá tiene frío en las manos. «Yo me ocupo, Pa» le digo. Le doy la mano a mamá y entramos juntas. En la otra mano mamá lleva su rosario rojo.

El lugar tiene muchas teles pero en ninguna pasan dibus. Solo hay unos números y unas líneas. La doctora me muestra una silla donde puedo sentarme, lo acomodo primero a mi muñeco y después me acomodo yo. Mamá se acuesta en una camilla y se levanta la remera. «Vas a sentir frío» dice la doctora. «¿La vas a pinchar?» le pregunto con un poco de miedo. Las dos se ríen. «No, solo le voy a poner este gel para poder pasarle este aparatito». Me quedo más tranquila.

La doctora pasa el aparato por toda la panza de mamá. Tooooooda la panza. Por arriba y por abajo. Sin que se de cuenta me bajo de la silla y me acerco a la camilla. Le doy la mano a mamá y ella me aprieta fuerte. «¿Y el bebé?» le pregunto. Mamá se pone un poco nerviosa y dice algo de perder. Perdido, pérdidas, no entiendo bien. «En realidad necesitábamos confirmar si estoy embarazada…» mamá me mira y está nerviosa, me doy cuenta aunque no entiendo muy bien por qué. La doctora no dice nada, está muda como la del cuento que le comieron la lengua los ratones. «No estás embarazada»… mamá me aprieta más fuerte la mano «¡Estás embarazadísima!». No entiendo. «¿Cómo?» le dice mamá. «¿Ves acá?» la doctora nos señala una de las pantallas. «Son tres bebés». «¿Tres bebés?». Me suelto rápido de la mano de mamá «¡Elina!» me llama ella. Abro la puerta del consultorio y grito «¡Papá! ¡Son cinco!». Papá se para rápido de la silla y entra al consultorio. «¿¿¿¿Cinco????». La doctora y mamá se ríen «Nooo»… «Ahhhh» «Son tres». «¿¿¿Tres???». «Te dije Pa… ahora somos cinco». Papá se sienta en la silla donde está mi muñeco. Lo aplasta. Está mirando para adelante. «No hija… ahora vamos a ser 6». «¡¡¡sí!!! ¡¡¡6!!! ¡¡¡Qué divertido!!!». Salto de la alegría y lo abrazo a papá que sigue mirando para adelante. Mi mamá llora y mira la pantalla. La doctora sigue pasando el aparatito por la panza. Miro la panza de mamá, agarro mi muñeco de abajo de mi papá, y lo apoyo sobre la panza. «Elina, no molestes a la doctora» me dice mamá. «Pero es que no entiendo… ¿cómo van a entrar tres de estos ahí?». «Los bebés ahora son chiquitos, van a ir creciendo y la panza de mamá va a ir creciendo también para darles lugar. Vos no te preocupes, nosotros los vamos a cuidar». Cuidar.

Cuando volvemos a casa voy directo a mi placard. Me subo al banco cuadrado para poder ser más alta y agarro tres mantitas de cuando yo era bebé. Mamá está sentada en el sillón. Le pongo las tres mantitas una al lado de la otra sobre la panza. «¿Qué hacés, Eli?» me pregunta. «Perdón, Ma, pero ahora tengo que taparles las manitos a ellos primero. Por si tienen frío como vos. ¿No escuchaste lo que dijo la doctora? Hay que cuidarlos mucho». Mi mamá me sonríe y me acurruco al lado de ella. Ya quiero conocer a nuestros bebés… pero por un tiempo más vamos a ser solo ella y yo.

– Fin –