Mi flor favorita

Siempre me gustaron las flores silvestres, mucho más que otras flores. Me gusta que se ven auténticas, despreocupadas. Que sobreviven a pesar de que nadie les haga la vida demasiado fácil. No tienen una señora dulce que las riegue todas las mañanas mientras les dan charla, ni tampoco un sistema de riego sofisticado que les permita calar hondo en la tierra. Nadie que las proteja de los cardos que quieren sacarle el agua o el espacio. Pero ahí están. Siguen creciendo, con su propio color, su propia medida, su propio estilo. Ellas no necesitan tinturas. A ellas no les cuesta ser como son.

Me encanta encontrarme con ellas en distintos caminos y hacerles saber que yo sí las registro. Que quizás no impactan a todos como los campos de los tulipanes o los girasoles. Pero su existencia da color a un pedacito del lugar en donde están. Y con eso solo ya basta.

A veces pareciera que solo las grandes acciones son las que valen. A veces si no hay muchos ojos mirando, parece como si no hubiera nada para ver. Pero qué equivocados que estamos esas veces… porque de pequeñas lindas existencias también está hecha la vida. Y porque quizás son solo esos ojos los que te tienen que ver, y ninguno más.

Mi flor favorita es la que no pierde el tiempo en etiquetas, porque está concentrada en existir.

¿Y tu flor favorita cuál es? Te leo.

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