El «museo de los dinos» (o Museo paleontológico Egidio Feruglio de Trelew) era una de las visitas más esperadas por los chicos en nuestras mini vacaciones. Tuve que explicarles varias veces que sólo veríamos sus esqueletos y una vez más pincharles el globo con que no existen (les cuesta creer que no vivan en la selva o en el desierto, para ellos son unos animales más).
El MEF está muy bien organizado y mantenido. Menores de 6 años entran gratis, adultos pagan $980. Es caro pero creo que para apoyar la investigación, la ciencia y encima encontrarse con una exposición impecable, lo vale. En el hall te reciben réplicas de dinosaurios chiquitos muy extraños. Estos 4 años como mamá de varones no me alcanzaron para saberme sus nombres. Algunos tenían plumas otros alas y cada uno llevaba su cartel.
Ya dentro de la exhibición cada sala es más imponente que la anterior. Empieza con los hombres de las cavernas y sigue con dinosaurios de todos los tamaños. Tendremos que volver en un tiempo cuando inauguren la sala del dinosaurio más grande del mundo.
Egidio Feruglio fue un naturalista, geólogo y docente italiano que investigó mucho la Patagonia. En el museo también se hace un recorrido por la flora y fauna fósiles de la región. Otra cosa muy linda que tiene el museo es un ventanal que te muestra a los curadores/investigadores trabajando en la conservación de los materiales. Siempre me gustaron los museos que te muestran el «backstage» porque le da más de vida a las exposiciones y nos genera conciencia sobre todo el trabajo que hay detrás. También hay un café y un auditorio donde estaban proyectando un documental.
En Trelew también nos encontramos con otros dinos: el titanosaurio que está en la entrada de la ciudad (réplica del más grande del mundo, se trajo en 9 contenedores desde Alemania en el 2017) y otro que está en el aeropuerto que no me causó mucha simpatía (se estaba comiendo un dinosaurio chiquitín).
Claro que nos quedó mucho por ver en Trelew. Pero conseguí lo que iba a buscar: conocer dónde vive una partecita mía, mi gran amiga Vicky Wainer. ¿Ustedes también tienen el corazón desperdigado por distintas partes del mundo? Los leo.