«Hasta los 6 años los chicos se enferman todo el tiempo» vengo escuchando, de boca de la gran pediatra que tengo la suerte de tener cerca, y de todos los que tienen hijos más grandes. Así que supongo que los que tienen hijos de la edad de los míos pueden confirmarme que no estamos solos en esta.
Si el universo quería que entendiéramos que existen otros virus además del Covid-19, quiero decirle que ya está, que lo entendí, que podemos pasar a otro tema. Resulta que desde junio a esta parte siento que voy llenando un cartón de bingo de virus. Pasamos por el mano-boca-pie que juro que nunca lo había escuchado nombrar hasta ahora, por la faringitis, la otitis y ahora está con nosotros la gastroenteritis. En general sale doblete, el efecto dominó como le llamo yo. Todo empieza con una febrícula que viene de la nada, que con Seba intentamos justificar de alguna manera que no nos haga pensar que esto va a venir para largo. Pero en algún momento el virus muestra su hilacha y entonces entramos en el túnel de medir la fiebre, contar las horas para el ibu, evitar que los hermanitos compartan el vaso, resignarnos a los dibus, mucho mimo, mucho upa, mucho abrazo, mucho llanto. Si todo sale bien, termina con el ciclo del virus. Pero, ya nos ha pasado, cuando está terminando uno empieza el otro. Ese efecto dominó que les decía antes.
Ahora, de todos esos virus que nos visitaron, el de ahora nos hizo pasar la primera experiencia en guardia pediátrica. Por ahora un reliverán intramuscular y a la casa. Las palabras mágicas. Por ahora, evitamos el suero. Fui a la farmacia y estaba en falta el reliverán pediátrico así que confirmé lo que me dijo la pediatra: hay una ola de gastroenteritis que está acechando a los niños. No sé qué pensarán ustedes pero los virus son mis nuevos enemigos.
Pero bueno, dejando el humor de lado, ¡qué feo que es ver mal a tus hijos! Con la maternidad descubrí que nada se compara con la maternidad. Claro que uno siempre sufre cuando alguien que quiere está mal, pero si encima ese alguien es una personita chiquita que todavía no entiende del todo lo que le está pasando, que se asusta, que es indefensa… es realmente una tortura. Ojalá que todos estos bichos les den fuerzas y defensas para ser mas fuerte el día de mañana. Como dice mi querida escritora Eduarda Mansilla en «Pablo o la vida en las pampas»: «Un niño será tan precoz como se quiera, no por eso escapará al cortejo de enfermedades que siempre acompaña la infancia, y que a la vez que son un obstáculo en el presente son una garantía de fuerza en el porvenir». Estas noches difíciles me consuelo pensando que va a ser así.