
En junio deo 2017, prácticamente por casualidad, nos enteramos de que al corazón de Mamá le quedaba poco tiempo. No había tenido ni un síntoma que lo anticipara, y no lo tuvo ni siquiera en los meses en que estuvo en lista de espera. Tanto es así que a veces creíamos que de golpe le dirían que algo se había revertido y que esa prueba tan difícil llamada «trasplante» no iba a tener que pasarla. Pero sí la tuvo que pasar. Y la vida le dio otra oportunidad.
En ese entonces yo estaba buscando un bebé y en julio me enteré de que estaba en camino. Cuando pensaba nombres se me venía Luján porque era a esa Virgen que estaba en el Hospital Italiano a la que solía rezarle. Siempre me gustó el nombre «Guadalupe» pero sentía que la Virgen de Luján me había «dado» algo que la de Guadalupe no. ¡Qué equivocada que estaba!
Cuando Mamá salió de la internación de junio le dijeron que, mientras estuviera a la espera del nuevo corazón, tenía que visitar a su médico regularmente. Papá le sacó el primer turno que había disponible en el portal: el 11 de diciembre. En los meses que separaron esa internación del turno que tenía, Mamá visitó a su médico en sobreturnos que él le iba dando. Siempre iba los martes a la mañana. Pero cuando se acercó la fecha del turno que efectivamente ya tenía reservado, no pidieron sobreturno y ahí estaban Papá y Mamá esperando, como tantas veces antes, a que el médico la atendiera. Cuando el médico vio a mi mamá en la sala de espera un lunes a la tarde no podía creerlo. «¿Qué hacen hoy acá?» «Teníamos este turno hace meses» le contó Papá. «Esto es increíble. Me acaban de llamar. Hay un corazón que podría ser para vos». Y entonces empezó el milagro. No teníamos que ilusionarnos porque todavía faltaban ciertos pasos pero ¿cómo no hacerlo?
Nunca me voy a olvidar la paz con la que Mamá entró al quirófano. El tan ansiado llamado no había ocurrido en el medio de la noche como tantas veces habíamos imaginado. La noticia la había encontrado arregladita y preparada. Era el mejor momento para recibirla.
En la madrugada del 12 de diciembre del 2017, el mismísimo día de la Virgen de Guadalupe, mi Mamá recibió su nuevo corazón. Ese que le permitiría conocer, mimar y cuidar a sus 6 nietos. A esa altura yo ya sabía que era Joaco el que estaba en camino. Pero se imaginarán qué nombre de nena tengo pensado si es que en algún momento tengo una hija mujer.
Ningún 12 de diciembre me voy a cansar de agradecer. Porque ese corazón me regaló tiempo con una de las personas más hermosas que existen en la tierra. A veces la prueba parece imposible. Pero superarlas nos demuestra que siempre, siempre, siempre somos más fuertes de lo que creemos. Y que nunca estamos solos.