
ALERTA DE SPOILER
Me compré esta novela corta porque me llamó la atención su punto de partida: una mujer japonesa de 36 años que no tiene ni un trabajo estable ni un marido, entonces es considerada un bicho raro en la sociedad. Me imaginé que quizás planteara las problemáticas de alguien que lucha contra los estereotipos y que se hace su propio camino independientemente de lo que piensen de ella. Pero la realidad es que es un personaje muy triste, no porque no cumpla con los objetivos que la sociedad le impone, sino porque desde muy chica aprende a directamente callar su propia voz. Tiene actitudes que son raras para un niño, que algún psicólogo seguramente sabrá interpretarlas mejor que yo, entonces decide literalmente callar y seguir la corriente. Termina encontrando su lugar en el mundo en una konibi, un supermercado japonés abierto las 24 horas del día. Aunque sea un trabajo por horas y no fijo, está décadas trabajando ahí y se mimetiza a tal punto con la konibi que no sabe existir sin ella. Cuando está sola en su casa para conciliar el sueño piensa en la tienda, en sus luces y sus ruidos, y solo así logra dormirse. No sabe relacionarse con los demás si no es imitando a otros o siguiendo un manual. Por eso es que en la tienda se siente tan cómoda: si le dieran un manual para comportarse en la vida como persona «normal» como dice ella, también podría vivir cómodamente.
La protagonista me dio mucho tedio. No digo que la novela me haya parecido mala, de hecho creo que está bien escrita porque logra su cometido. Quiere interpelarnos sobre cómo la sociedad en realidad está más atrasada de lo que parece. Y es que a mí misma, no me chocó que ella no estuviera en pareja, me chocó que no tuviera una vocación o una profesión o ni siquiera algo que la motivara de alguna manera. Me parecen tan extrañas esas vidas en las que nada parece representar una zanahoria, pero quizás es parte de los preconceptos que tenemos que derribar.
En definitiva la novela no fue lo que me imaginaba, pero creo que también debe haber un condimento cultural. Estoy acostumbrada a la forma de plantear historias y a los personajes occidentales. Me parece muy bueno este ejercicio de salir de lo conocido. Y al fin de cuentas, por más de que creo que hay demasiadas repeticiones de frases prácticamente idénticas, no pienso que sea pobreza de redacción sino parte de la intención de la autora de mostrar esa monotonía. Digamos que entonces me gustó, no me enloqueció, pero disfruté de leerla y de pincharme a ponerme en los pies de alguien tan distinto a mí.
Además me dieron muchas ganas de leer obras de otros autores japoneses. ¿Cuáles me recomiendan? Los leo.