Quiero empezar diciéndole «gracias» a @flaviafernandezcv por haber escrito este libro. Para los que vivimos el 2020 encuarentenados en la Ciudad de Buenos Aires, «La sombrilla imaginaria» es un gran registro de cómo fueron variando las sensaciones.
Si bien hay distancias en un montón de cosas (en mi caso, la edad de los hijos, las problemáticas, etc.) hay frases que son brillantes (como esta que elegí para el post) y que nos permiten sentirnos a todos identificados con este proceso tan extraño que vivimos. Y, como si esto fuera poco, después de repasar y procesar cada etapa de ese año tan extraño, la autora nos deja unas páginas en blanco para que escribamos nosotros nuestros propios recuerdos.
Cuando terminé el libro creí que no me iba a inspirar en ese momento para escribir mis relatos. Pero cuando empecé, impulsada por la excelente prosa que acababa de leer, «escupí» esos 9 meses del 2020 prácticamente de un tirón. Fue muy sanador hacer ese resumen. Entonces descubrí el segundo gran valor que tiene el libro, hecho para un lector activo que quiera guardar este recuerdo para mostrarle a las otras generaciones en algún futuro.
En mi cuarentena del 2020 mi hijo más chico aprendió a comer, a gatear, después a caminar y finalmente a hablar. Mi hijo más grande dejó el chupete, supo lo que era extrañar de verdad, perfeccionó su habla y tuvo bastante dosis de mimos como para empezar su etapa de socialización con más seguridad. Yo aprendí a limpiar, publiqué un libro y me perfeccioné en el multitasking. Seba descubrió que puede trabajar remoto, que su capacidad no tiene límites y también se perfeccionó en el multitasking. ¡Pucha si no fueron importantes esos meses! Por eso quiero agradecerle a Flavia por haberme dado literalmente el espacio para registrarlos. Me di cuenta de que, aunque escribí mucho el año pasado, escribí poco sobre lo que yo estaba sintiendo. Ahora me queda ese recuerdo en ese libro lleno de sencillas y hermosas ilustraciones. Si quieren procesar y registrar lo que vivimos, de verdad los incentivo a que ustedes también tengan un ejemplar de esta sombrilla en su biblioteca.
Inés María Agosta 