
«Está en coma 4.» Con mis 10 años de vida no podía entender del todo el dolor que sentía. Pero igual lo abracé. «¿Y solo por caerse del caballo?» susurré sorprendida. Tanto me habían dicho que montar era algo seguro… ¿Podía un juego ser tan peligroso?
Unos días después llegó el sábado y volví a mi clase de equitación en ese lugar sencillo que quedaba cerca de la quinta de mis abuelos. Me puse mi gomita de pelo preferida, la del moño azul gigante, y me hice rápido la colita para empezar. Quizás podría haberle dado otra vuelta, pero estaba ansiosa por practicar los saltos que tanto me habían gustado la vez anterior.
Ese día, por primera vez desde que había arrancado, me dieron un casco. «¿No tienen en mi tamaño?» Pregunté. Alguno esbozó una sonrisa. «Todavía no tenemos para chicos, pero creemos que es mejor que, aunque te quede grande, tengas algo.»
Los saltos estuvieron buenísimos, pero, cada dos por tres, tenía que acomodarme el casco que al caerse me tapaba los ojos. Terminó la clase y llegó el momento de volver hacia la entrada. Fue entonces cuando las cosas se sucedieron tan rápido que solo me quedaron diapositivas desordenadas en lugar de recuerdos. En algún momento sentí el pelo más libre. Y en algún otro momento el caballo empezó a galopar tan rápido que no podía controlarlo. En cada movimiento el casco volvía a caerse, pero esta vez no llegaba a levantarlo para poder ver. Se ve que en algún intento por acomodármelo, solté las riendas. Mi cabeza rebotó tres veces en la tierra. Y entonces me acordé de la hermana de mi amigo, en coma 4. Pero yo estaba despierta, sería un buen signo ¿no?
«Tu colita de pelo se cayó, debe haberle pegado al caballo y éste se asustó. Por eso galopó de golpe.» Creo que ese día fue la primera vez en mi vida que indagué en el «¿Qué hubiera pasado si…?». ¿Ese casco que estaba usando por primera vez desde que tomaba clases me salvó la vida, o me impidió que mirara el camino y controlara al caballo manso? Todavía hoy no me decido cuál es la respuesta. Lo que sí creo es que no deberíamos conformarnos con aquello que cuide algo tan valioso para nosotros. En todos los ámbitos deberíamos llevar casco, pero buscarlo del tamaño justo.