[En esta sección les propongo sábado por medio jugar a las adivinanzas. Yo me pongo en la piel de un objeto y ustedes tienen que adivinar qué soy. La primera persona en adivinar, puede decirme qué objeto “tengo que ser” en la siguiente edición. Esta vez fue @gabi.garciasanchez quien adivinó la adivinanza anterior y me sopló el objeto que es protagonista hoy. Pueden dejarme sus respuestas acá o en mis historias. ¡A jugar!]
Donde me ponen, me quedo. No estoy integrada a la pared, como «la otra», pero sé apropiarme de mi lugar.
Soy pesada, puedo ser rectangular o circular y suelo ser negra. Del suelo me separan unas patas. Del techo, un tubo largo. Me consideran moderna pero la realidad es que me inventaron a mediados del 1700 en Pensilvania.
Sé que no soy tan poética como «la otra». Pero la ventana de mi puerta hace que las personas también puedan quedarse frente mío largo rato viendo cómo se consume lo que llevo dentro.
Es que mi función es clara y la cumplo muy bien: dejo que el fuego se propague adentro mío para dar calor a los que tengo cerca.
¿Qué soy?
Inés María Agosta 