[En esta sección les propongo sábado por medio jugar a las adivinanzas. Yo me pongo en la piel de un objeto y ustedes tienen que adivinar qué soy. La primera persona en adivinar, puede decirme qué objeto “tengo que ser” en la siguiente edición. Esta vez fue @maritecuello quien adivinó la adivinanza anterior y me sopló el objeto que es protagonista hoy. Pueden dejarme sus respuestas acá o en mis historias. ¡A jugar!]
Me siento una gran compañera de los seres humanos. Noto que ellos disfrutan de estar conmigo aunque no hablemos. Creo que el silencio, cuando estamos juntos, les resulta más reconfortante que cuando no estoy. O al menos eso me gusta pensar.
Soy también motivo de encuentro. O mejor dicho, excusa de encuentros. A veces casuales y a veces decisivos. Por eso también me considero discreta: no comparto nunca la información confidencial que puedo llegar a escuchar.
Puedo ser de muchos tamaños. Puedo tener muchos colores. También puedo tener imágenes o frases. Puedo ser de vidrio, de metal o de plástico, pero generalmente soy de cerámica. Mi principal objetivo es poder mantener el calor sin que los humanos se quemen.
Claro que a mi espíritu chusma le gusta ser excusa de encuentro. ¿Pero saben cuál es mi momento favorito? Esos en que la persona, creyendo que está sola, me abraza con las dos manos y se queda mirando el horizonte. Piensa que me está sostiendo. No sabe que soy yo, con ese momento de tranquilidad, la que la sostiene a ella.
¿Qué soy?