
“Hey Jude, don’t make it bad. Take a sad song and make it better…”. Un cliente pasa por al lado mío cantando la canción de Los Beatles y una bocanada de recuerdos que todavía tengo frescos me sacan una sonrisa. Ahí nomás me veo con 6 años, mi hermana y yo estamos coloreando con crayones un libro de Frutillitas en la casa de mi abuela mientras ella teje sentada en el sillón y de fondo se escucha “Hey Jude”. Eran momentos de verdadera paz. Quizás porque eran muy distintos a la realidad de gritos y peleas que se vivían en mi casa es que se transformó para mi en un lugar al que mi mente vuelve cuando necesita desestresarse.
Después de mi receso vuelvo a mi puesto de trabajo: la caja 6. Pip, pip, pip. “Buen día, Don Vicente. ¿Hoy tiene invitados?“ le pregunto a mi cliente favorito mientras sigo pasando sus productos por el escáner de códigos de barra. Me acerca su mejilla para nuestro saludo de todos los días y con una sonrisa me contesta “Sí, hoy vienen los 4 nietos.” “Uy, los 4, Don Vicente, que no le den mucho trabajo”. “No pasa nada querida, la comida es una excusa. El verdadero programa es verlos a ellos conversar. A la que todavía no le agarro la mano para entretener es a la más chiquita: se aburre con la charla de grandes y se queda toda la cena hipnotizada con la pantalla del celular. No sé cómo sacarla de ese estado.” “¿Cuántos años tiene?” Le pregunto “Casi 8”. Movida por los recuerdos que me habían visitado esa mañana le dije sin dudarlo “Llévele unos crayones. Vaya a buscarlos yo lo espero.”. Don Vicente duda pero me hace caso. Cuando los trae le digo “Estos me llevan a los mejores momentos de mi infancia. Mañana me cuenta cómo le fue”. Vicente me saluda con una sonrisa y se va.
Siempre nos despedíamos así y siempre nos volvíamos a ver al día siguiente. Las conversaciones variaban pero de a poquito íbamos sabiendo más uno del otro. Yo sabía, por ejemplo, que su nieto mayor era el hijo de su hija mayor que a su vez era la que más se ocupaba de él, especialmente desde que Vicente había enviudado. Este nieto se llamaba Felipe y tenía 21 años. Estaba por recibirse de Ingeniero Industrial y era el mayor orgullo de Vicente.
(Sigue en mi libro).
[Este cuento forma parte del libro «#CuentoConVos» publicado bajo el sello de @editorialolivia. Para más información ingresá acá 💜]
Muchisimas gracias! Me encanto y me emociono tu cuento.Resalta la importancia de los vinculos, de la gente de buen corazon y de la convivencia empatica.
Me parece original tu idea de pedir a anonimos ideas disparadoras…y hacernos parte de tu obra.
Me gusto tu manera de relatar, me pude relacionar con los sentimientos de los personajes…y es muy actual.
Es el primer cuento q leo sobre el Covid-19.
Te felicito y lo voy a compartir en las redes..sintiendome parte.! Gracias
Alex
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Muchas gracias, Alejandra, por tus palabras!!!!! Me alegro muchísimo de que te haya gustado y conmovido el cuento.
En el marco de esta iniciativa vengo escribiendo bastantes sobre el contexto raro que estamos viviendo. Voy tocando distintos temas que me parece son importantes hoy en día. Hoy quería homenajear a estas personas que tanto hacen por nosotros y tanto se exponen.
Gracias por haber participado y por leerme! Sentite libre de compartirlo con quien quieras.
Un beso grande.
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