Cuento #14. “Quiero retruco”

P.h.: http://www.nahuevarela.com

“¿Quién es ese de la foto, papá?” que mi hijo de 4 años no lo reconociera era como un puñal en el pecho para mi. Este domingo de cuarentena me agarró nostálgico y Toto me pescó justo cuando me colgaba mirando la foto en la que Tomás y yo nos estamos haciendo los dormidos en las aerosillas del Cerro Catedral, en nuestro viaje de egresados de Bariloche. “Un gran amigo” le respondí. “¿Mejor mejor mejor amigo del universo?” insistió Toto. Juana pispeó de reojo la foto mientras pasaba con el canasto de ropa sucia “¡Ufff! Súper archi mejores amigos. Tanto se conocían que cuando jugaban al truco no tenían que pasarse las señas.” Que Juana se acordara de él, y sobre todo que se acordara de esa anécdota, sanaba la puñalada anterior.

Sí, soy muy orgulloso. Y hasta podría decir que estoy orgulloso de ser orgulloso. Creo que cuando uno hace algo mal tiene que reconocerlo, pero cuando el otro le hace algo mal a uno ¿va a salir uno en defensa del otro en contra de uno mismo? No le encuentro sentido. Y sí para mi las cosas son blanco o negro, en mi profesión eso me funciona y no veo por qué no tenga que ser igual en los vínculos con los demás.

Pero, si pudiera permitirme un rato de debilidad, tendría que reconocer que pocas cosas extraño tanto como jugar al truco con él. No había pensado en eso hasta hoy, hasta que vi la foto, hasta que Juana lo dijo. Con dulzura Toto quiso inmediatamente que yo no solo le enseñara a jugar al truco y le enseñara la señas, sino que también le enseñara a conocerme tanto que no necesitáramos las señas. Los chicos a veces son tan literales que te hacen ver la simpleza de la vida. No sabía cómo explicarle que en realidad, en ese caso, no era tan simple. que la confianza que habíamos generado con Tomás no la habíamos construido en una tarde. Que lo que más nos acercó cuando nuestros caminos se cruzaron no fueron las cosas que podríamos haber compartido solo por tener la misma edad (el gusto por los boliches, los videojuegos, las tardes de ocio). Ni bien nos conocimos descubrimos que los dos sabíamos hablar el mismo idioma: el del dolor.

(Sigue en mi libro).

[Este cuento forma parte del libro «#CuentoConVos» publicado bajo el sello de @editorialolivia. Para más información ingresá acá 💜]

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