Hace un año arranqué esta serie de posts. Me propuse encontrar las tres «Pes» que sirvieran como pilares (¡otra «Pe»!) del día a día.
En su momento se me vino a la cabeza «paciencia» y esa fue la primera «Pe». Y es que el año pasado más que nunca tuve que aprender a ser paciente. Pero ser paciente de verdad: mirar el hoy con alegría, no llenar la cabeza de miedos y dejar espacio en el corazón para las cosas que de verdad importan.
Hace días que estoy pensando en que la segunda «Pe» debería ser «perseverancia».
Es cierto que el ser paciente me enseñó a vivir el hoy. Pero es importante ser perseverante para que en el mañana encontremos una mejor versión de nosotros mismos.
Perseverante = que persevera.
Perseverar = (1) Mantenerse constante en la prosecución de lo comenzado, en una actitud o en una opinión. (2) Durar permanentemente o por largo tiempo.
Creo que no se trata solo de ser paciente, de darle a cada situación su tiempo. Sino también de perseverar en la actitud que nos mantiene de pie. ¿Qué es lo que nos motiva? ¿A dónde quiero llegar? ¿Qué actitud quiero tomar frente a las cosas? De alguna forma sería el equivalente a «no bajar los brazos».
Si es un momento feliz, disfrutarlo. Identificar lo que nos hace bien y alimentarlo para que crezca cada vez más. Perseverar en seguir manteniendo lo bueno.
Si es un momento triste, no caminar a ciegas. Apoyarse en lo que nos sostiene y perseverar en los pensamientos positivos para poder llegar al final del túnel lo más armados posibles.
Cada vez estoy más convencida de que no se arrepiente el que sigue de pie hasta el final, cueste lo que cueste. Se arrepiente el que se dio por vencido mucho antes y fue cediéndole al miedo sus fuerzas hasta el punto tal de ya no reconocerse a sí mismo.
Inés María Agosta 