El cuaderno de León

Cuando quedé embarazada de Joaquín no dudé en elegir uno de los cuadernos de mi (amplia) colección para empezar a escribirle. Así fue cómo me comuniqué primero con él, contándole con detalle cada etapa de lo que estaba viviendo mientras lo esperábamos ansiosos. Lo llené de anécdotas y de fotos que espero que algún día disfrute de leer y de ver.

Cuando supe que estaba embarazada de Rafa hice exactamente lo mismo. Claro que el tiempo «libre» para escribir era menor, porque Joaco todavía era un bebé y usaba sus siestas para trabajar pero igual siempre fue importante para mí hacerme un tiempo para escribirle también a él también. Después de todo la ilusión era la misma: dejarle mi testimonio de lo hermoso que fue esperarlo a que naciera.

Obviamente ahora con León no iba a ser la excepción. Esta vez elegí este cuaderno hecho por @epifaniagrafica que me regaló mi amiga Vicky Wainer (@clases_de_cello_ch). Cada vez que le escribo a mi bebé en panza, siento que estoy acompañada por ella y por las manos de sus cuñadas que hacen estos productos tan lindos con tanto amor. Además de ser de excelente calidad, por dentro y por fuera, tiene dos cosas que amo de los cuadernos (solo los fanáticos me entenderán): el hilito/señalador de tela para marcar la página y el elástico para cerrarlo. Es cierto que quizás el de Joaco sea el que tiene más «palabras», pero la cantidad de fotos hermosas que estoy agregando al de León de sus hermanos ansiosos por conocerlo, besando la panza, sin duda le dan un gran valor agregado.

Creo que mi historia con los cuadernos de los 3 es una gran metáfora de cómo cada embarazo (y cada hijo) es único y cada experiencia, aunque distinta, es igual de hermosa. 

Los que tienen hijos… ¿también les escriben para que algún día ellos los lean? ¿O soy la única fanática del «puño y letra para el futuro» por acá? Los leo.

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