Papá

La verdad es que tuve mucha suerte. Nací con un papá que siempre me impulsó a conocerme, a encontrar mis pasiones y a trabajar duro para concretarlas. Crecí con un «vos podés ser lo que quieras ser» al oído que me dio la seguridad para enfrentar todo. Quizás no lo supo en ese momento, pero ya desde el vamos me estaba abriendo una enorme puerta de oportunidades, porque me estaba sembrando la semillita de saberme capaz.Y tuve más suerte todavía porque descubrí que el hombre con el que me casé es además del mejor compañero un gran papá. Con su abrazo y su mano acompañándolo en todo momento ya le está diciendo «vos podés» y «yo estoy acá para vos». Eso, para una mamá, es una gran tranquilidad porque no hay nada más hermoso que saber que ellos van a tener siempre su apoyo.Los «días de…» pueden ser muy lindos y muy difíciles a la vez. Ponen demasiado en evidencia las ausencias. Pero, como en todo, tenemos la capacidad de transformar lo triste en algo lindo. Podemos usar esos «días de…» como excusa para reunirnos con los agasajados que sí están y para abrazarlos. Y en ese abrazo quizás agradecerles la partecita de ellos que por ejemplo en algún momento fue «padre» para nosotros, o que nos enseña algo de ese «darse al otro», o simplemente, con ese abrazo, decirles «hoy celebro que hayas podido cumplir el mejor rol de todos. Hoy celebro que haya partecitas de vos en distintos corazones de este mundo.» Y a los que no están el abrazo y el «gracias» es todavía más profundo. Extrañarlos es señal de que cuando estuvieron se hicieron querer. Que sus voces fueron fuertes y por eso se extrañan tanto. Y que una parte nuestra celebra con ellos, donde quiera que estén, así como una parte de ellos está con nosotros sin importar el «día de…» que sea.