Destino

Cuando te extraño mucho vuelvo a leer tus cartas y siempre encuentro algo nuevo. Siempre me llegan distinto las frases que «me decís». Porque sí, lo hago para que de alguna forma vuelvas a hablarme.

Hoy hubiera sido un día de fiesta. Aunque ya más grande estoy segura de que tus festejos seguirían siendo muy parecidos: karaoke, pelucas, algún trago, baile.

Hoy, día de la mujer, hubieras cumplido 31 años. Y esas cartas que me escribiste a los 22 tienen tanta profundidad que siento que recién ahora puedo valorarlas del todo. Me desespera pensar la profundidad que hubieras alcanzado si él no te hubiera sacado de nuestras manos. Me da impotencia pensar en todo lo que te faltaba hacer y crecer.

Pero el destino… qué cosa extraña. A veces le agradezco tanto, como cuando hizo que coincidiéramos en tiempo y espacio. Pero a veces tengo demasiadas preguntas para hacerle, como el por qué hizo que estuvieras en tu casa y le abrieras la puerta. Por qué hizo que estuvieras sola. Por qué, por qué, por qué.

Estos son los días en que siento que hay más preguntas que respuestas. Pero tus palabras me recuerdan todas esas certezas que viven en mi: que tu vida no fue en vano, que viviste para ser un gran ejemplo de mujer para todos los que tuvimos la suerte de conocerte, y que la amistad de nuestras almas es para siempre. Ya en la eternidad el destino no importa. Ya no hay tiempo ni espacio. Ya solo queda la esencia de lo que fuimos. Te abrazo fuerte amiga en esa eternidad y en esa certeza. Hoy quisiera quedarme así con vos, en un abrazo suspendido y sostenido. Hasta que terminen de salir todas esas lágrimas que tengo adentro mio desde que te fuiste. Al menos por un rato.

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