«El libro de las hermanas» de Amélie Nothomb

De frases cortas pero efectivas. De crudas realidades vistas con simpleza. De cosas simples analizadas con crudeza. Descubrí a Amélie cuando elegimos este libro para debatir en uno de los encuentros de club de lectura que dicto en mi barrio, y a medida que leo sobre ella me pregunto cómo no la conocí antes. Es una mujer dedicada enteramente a su profesión: tiene una rutina de escritura que se basa en levantarse todos los días (sin excepción) a las 4 de la mañana y escribir de corrido durante 4 horas. Sé que otro de sus rituales es responder, a mano, las cartas de sus lectores. No sé si algo de eso habrá cambiado después de las últimas entrevistas que leí de ella.

En «El libro de las hermanas», Tristane y Laetita descubren un amor incondicional, a prueba de todo, que les da sentido a sus existencias. Es el amor fraternal que contrarresta la indiferencia de sus padres. Lejos de las peleas típicas de hermanos, acá nos encontramos frente al idilio y la devoción. Pero las heridas que deja la ausencia de los padres no es inocua; no hay maquillaje que pueda embellecer lo que transmiten los propios ojos.

Se trata de un relato construido de manera perfecta en una novela corta que podría leerse casi de un tirón. Parece mentira que tantas cosas puedan relatarse con tanta claridad en tan pocas páginas y que a la vez logremos conectar con los personajes con tanta rapidez. Y una vez más, el arte nos salva. La música y la literatura tienen en esta obra un rol especial.

Te recomiendo leer esta novela o alguna de las otras 29 que lleva escrita la autora. Sin dudas se trata de una escritora que vale la pena conocer.

Lo encontrás en Busca Libre a través de este link.

Algunas de las citas que más me gustaron del libro son:

«¿Qué significa habitar un lugar? Significa insuflarle tu alma.» (pág. 57)

«Una cosa es sentir celos, y otra, es darles valor. Si dejas pasar los celos sin retenerlos, acabarán por marcharse.» (pág. 121)

«Las chiquillas solo vivían el instante presente. En el Génesis, hubo una noche y hubo una mañana. En el tiempo de la infancia, solo existe el ahora.» (pág. 53)


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