El paraíso de Costa Mujeres

De algo estoy segura: no voy a volver a viajar a un all inclusive sin la membresía de Sofi. Tenía mis dudas al principio, no terminaba de entender cómo funcionaba ni en qué me beneficiaba. Pero paso por acá para contarles todo lo que disfruté por el hecho de contratarla, y cómo cambió mi experiencia desde la última vez que habíamos hecho un viaje similar en familia.

Nosotros elegimos Grand Palladium Costa Mujeres, en México, porque según nuestras averiguaciones era un gran lugar para ir con chicos chiquitos. Y lo fue. El diseño del hotel me pareció perfecto, tanto que Joaco me preguntó quién se dedicaba a pensar esas cosas. Todo es cómodo y accesible, no hay aglomeración de personas, cada espacio tiene su lugar. Con la membresía de Sofi y gracias a su recomendación reservamos las habitaciones en un sector que se llama Family Selection. Ahi tenés desde protector solar y off al lado de las piletas exclusivas, hasta palitas, baldes, rastrillos, etc. en el sector especial de la playa. No tenés ni que pensar en llevar esas cosas (en mi caso con un bebé preferí asegurarme de llevar todo lo que suelo usar con él, pero en la habitación incluso me dieron shampoo y jabón especial).

El Family Selection tiene un restaurante también especial para este sector con un desayuno a la carta y buffet muy rico y variado. Lo único que jugó en contra de lo que solemos enseñar en casa a los chicos es que en la entrada había tarros llenos de gomitas ilimitadas que los chicos podían comer una y otra vez. Pero bueno, repetimos el mantra de que también son vacaciones para ellos y nos flexibilizamos con el azúcar. Cabe decir que también había fruta ilimitada, pero ya sabemos quién suele ganar esa pulseada…

Quedarse en la playa y la pileta de este sector fue un planazo, pero también el hotel daba otras opciones. Con la membresía teníamos a disposición una persona que por WhatsApp nos contestaba todo lo que necesitáramos y nos solucionaba los temas que tuviéramos. Además nos pedía el carrito con el que te movés internamente por el hotel para ir de una punta a la otra. Las distancias no son demasiado largas, pero para ir a comer de noche al sector de los restaurantes (el Village) con los chicos, por ejemplo, fue clave tener transporte. La frecuencia era espectacular, así que aunque no tuviéramos el servicio de WA también conseguíamos fácilmente.

Con el carrito íbamos a cenar o a la pileta de niños durante el día. Ésta queda cerca del kids club, con el que los chicos no quisieron saber nada aunque en realidad tampoco lo intentamos. Disfrutamos de verlos jugar libremente, sin horarios ni pautas ni consignas, entre ellos y con nosotros. También es clave que se aburran y que tengan tiempo para no hacer nada específico, pero cada familia tiene su propia realidad. En nuestro caso que Joaco y Rafa sean tan seguidos siempre ayuda para que jueguen entre ellos y se diviertan.

El buffet de Isla Blanca era el principal, muy variado, ordenado y limpio. La comida en general me pareció muy rica, pero me gustó especialmente la que servían cerca de la pileta de Family Selection. El único tema fue cuidarnos con el agua, que nos dijeron que no es potable y teníamos que asegurarnos de que al menos nos dieran agua filtrada porque agua embotellada solo recibias en el cuarto. En todos los pisos del edificio en el que estábamos había un dispenser para servirse agua potable y hielo.

El cuarto es muy cómodo, amplio y moderno. El mobiliario bien conservado, la ducha es un sueño (el lugar era gigante y parecía como si estuvieras abajo de la lluvia de tan grande que era la flor). El shampoo, acondicionador y gel de baño todo marca L’Occitane (mi pelo no podía creerlo). Tanto en el cuarto como en el check in nos llenaron de regalos (mochilas, gorras, botella de agua, vaso térmico, bolso de playa, etc.). Y, por ir dentro de la membresía, nos regalaron un voucher por 100 dólares que en nuestro caso canjeamos por las fotos profesionales que nos sacaron en la playa y que, de otra forma, no hubiéramos comprado.

Pero, me estaba olvidando de algo clave: el transfer del aeropuerto al hotel y del hotel al aeropuerto también estaba incluido. Llenamos un formulario online antes de ir y la combi nos esperaba al llegar, con sillita de bebé y todo. Solo nosotros, sin paradas en otros hoteles. Muy amables y muy cómodo para viajar.

La membresía también incluye acceso al spa y podés elegir entre hacer una excursión específica o recibir un masaje. Como las excursiones no eran apto niños, todos los adultos elegimos un masaje. No les miento: fue el mejor masaje de mi vida. Y eso que es algo que «cato» siempre que puedo. También fue una excusa para que, cada uno de nosotros, se «obligara» a tener un momento de relajación para uno mismo, cosa que cuando viajás con chicos es difícil por el ritmo que inevitablemente tenés que seguir.

En conclusión: mi experiencia con Sofi fue excelente y volvería a elegirla. Además tuve grandes compañeros de viaje, no solo Seba y los chicos, sino dos familias amigas con quienes descubrimos que no solo disfrutamos un asado un domingo sino que también sabemos funcionar como tribu de manera internacional.

¿Vos sos team all inclusive o team «me armo mi propia aventura»? Si sos el primero, decime si mi relato no te tentó aunque sea un poquito.


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