«La librería y la diosa» de Paula Vázquez

Es imposible salir indemne de la sumersión en el interior de Paula Vázquez. La conocí cuando viajé a la Feria del libro de Frankfurt. Me contó que pocos días después iría a Barcelona a presentar su libro. Me dio cierta satisfacción saber que la encargada de Asuntos Culturales de la Cancillería encarnara ella misma el rol de escritora. En su IG seguí la presentación que hizo en una librería de España y la portada de su libro me quedó grabada. De vuelta en Buenos Aires, estaba un día en una librería chiquita comprando un regalo para un amigo de Rafa cuando la portada de Vázquez se me apareció de golpe. Aproveché que no era mi turno para pagar todavía e hice la prueba que aprendí de Mamá y que siempre aplico antes de comprar un libro: leer la primera página. Le doy más importancia a la forma en que está redactado que a lo que se dice del libro en la contratapa. Me atrapó. Entendí a grandes rasgos que contaba la historia sobre cómo había fundado una libreria en España (esa misma donde había hecho la presentación) y sin pensarlo demasiado me lo llevé.

Ni bien terminé de leer el libro de mi amiga Iou que también reseñé, fui a buscar a la diosa y su librería que me esperaba pacientemente en la gran pila de lecturas pendientes que tengo sobre mi escritorio. Al poco tiempo de haber empezando me sentí tan identificada que hasta me impresionó. Siempre me resulta mágico ese poder que tiene la literatura (cuando está bien escrita) de envolverte, atraparte, transportarte. En este caso el viaje era bien cerca: dentro de mí.

Este libro se encuadra en el género «memoir» o memoria: al igual que la autobiografía, es la historia de una persona escrita por ella misma. La diferencia es que solo se enfoca en ciertos momentos memorales e íntimos y busca evocar los sentimientos que acompañaron esos momentos. A medida que avanzaba en el libro descubrí que la historia no era sobre la librería en sí («Lata peinda») sino sobre la búsqueda del instito maternal y de la maternidad, en medio del duelo por la pérdida de su propia madre. La conexión con la literatura no es el tema central, pero es lo que acompaña y sostiene. Al igual que Paula, yo también perdí mi primer embarazo y todo lo que describe de ese momento, de esos sentimientos, es completamente real. El miedo, la desilusión, el tener que esperar otro mes entero para volver a ilusionarse. Fuera de esa experiencia compartida, varias veces, mientras leía el libro, pensaba «¿por qué me siento tan identificada con ella si nuestras vidas son tan distintas?» y es que muchas de sus frases me tocaron un nervio, su forma de narrar me envolvió.

Otras cosas que me encantaron del libro son: la relación con la hermana, la forma simple y profunda que tiene de ser una constante para ella; la dedicación de la autora al gran universo de los libros, vocación adquirida y no heredada; el curso de cerámica como escape, búsqueda y sostén; y la compañía silenciosa y potente de L.

Pero sin dudas lo que más me dejó el libro fue que mientras lo leía iba creando (sin darme cuenta) yo misma en mi cabeza mi propia memoir. La forma de mis pensamientos, las palabras con las que definía mis sentimientos, todo salía de esa inmersión. Eso que Fabián Casas le había dicho a Paula en su curso de poesía que debía ocurrir entre obra y lector, eso mismo estaba ocurriendo. Y fue mágico.

¿Y vos conocías a esta autora? ¿Ya leíste este libro? Te leo.

Para comprar el libro: Busca Libre – Editorial Lumen


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